Por Mar Castro
Aristóteles defendía la naturaleza social de las personas, animales políticos que viven en sociedad. Tenemos que ser conscientes de las consecuencias de nuestra conducta, con efectos en terceros; sensibilizar en la necesidad e importancia de las relaciones humanas y conocer la dimensión de nuestro comportamiento. Y todo esto, sobre una base en la que predominen el respeto, la naturalidad, la discreción, la tolerancia y la sencillez. Yo no soy mejor que tú, tú no eres mejor que yo. Simplemente, nuestras actitudes, aptitudes y cualidades nos diferencian de los demás. Diferencia que humaniza, embellece y enriquece las relaciones sociales.
Conducirte con naturalidad en cualquier tipo de ambiente, adquirir seguridad en tu forma de actuar, proyectar la mejor imagen en cada momento, conocer las formas adecuadas para el tratamiento a las personas, realizar el saludo más conveniente a cada ocasión, cumplir en cada momento el papel que nos toca ejercer, destacar por nuestra discreción y elegancia, ser tolerantes y solidarios, saber llevar en cada momento la indumentaria adecuada y demostrar nuestra educación en la mesa imprime un valor añadido a tu currículo personal y profesional y afecta al protocolo social…
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